Cuanto miedo me da mirar para atrás; como me cuesta leer capítulos anteriores. No podría volver a sentir eso, nisiquiera de lejos. No puedo. Lo tapé y lo oculté en el fondo de mi mente. Me desentendí de aquello, como si jamás huebiese pasado. Error, si pasó y debería poder convivir con ese pasado que tanto me marcó. Pero no, hoy no puedo. No puedo ni pensarlo, lo bloqueo constantemente. Imágenes, pensamientos, dolor. Qué me hizo pensar que se puede vivir constantemente en una nube, alejada de mi realidad. Escapándome de un pasado que hoy no puedo ver. Mi presente esta destruyéndose y veo como la estabilidad da paso al caos interno. Un caos que siempre estuvo latente. Siento la presión y busco dejarlo salir a como de lugar, desatar el caos. No lo puedo contener, ya no. Estos últimos años mi estabilidad estaba regida por mi fuerza mental, que hoy en día no es más que la nada misma. La función terminó. No puedo sostener un personaje en estas condiciones. No es que haya mentido, no es que me cree alguien que no era que no soy. Pero es un personaje en fin. Fui varios personajes en mi vida: la nena responsable obsesiva, la novia incondicional, la flaca anoréxica, la loca; la princesa insana. Pero también tuve mis papeles de buena: la buena amiga, la chica alegre y divertida, la fiestera, la que siempre empuja para adelante. Muchas caretas, una persona. No estoy diciendo que me ponga una careta momentaneamente para ser feliz, mientras por dentro muero. No way. Yo soy yo, la trastorna que fui constratasta con la sonrisa de todos los dias. Soy como me siento. Tengo muchas personalidades, muchos sentimientos. Uso el que siento. Me siento feliz, me muestro feliz. Pero todo obra llega a un punto culminante, a un clímax. De pronto la esena cambia, lo cual no implica que deje de ser yo. Pero aparece una figura desmejorada de mí. Una mente débil que lucha porque el caos interno no reaparesca. Siempre estuvo ahí expectamente, pero debido a la fortaleza lograda con años de rehabilitaciñon y esfuerzo personal, sabia perfectamente como detener cualquier sintoma de anarquía en mi psiquis. Constantemente recurro a sobre esfuerzos mentales para calmarme y dominarme. No digo que me quiero morir literal, no. Me gusta estar viva. Sin embargo, hay algo que no coincide. Algo que no puedo retener por mucho más tiempo. Cuando se desencadene, tendré que enfrentarla o caer en la tentación. En el perfecto juego de la seducción. Un pecado mortal y directo al infierno.

Increiblemente, volví a escribir.